Deusto Journal of Human Rights

Revista Deusto de Derechos Humanos

ISSN 2530-4275

ISSN-e 2603-6002

DOI: DOI: https://doi.org/10.18543/djhr

No. 14 Year / Año 2024

DOI: DOI: https://doi.org/10.18543/djhr142024

ARTICLES / ARTÍCULOS

La inocencia de la responsabilidad social corporativa para proteger los derechos humanos ante la inteligencia artificial

The candor of corporate social responsibility to safeguard human rights from artificial intelligence

Raúl López González

Universidad Autónoma de Madrid. España

raul.lopez.gonzalez@icloud.com

ORCID: https://orcid.org/0009-0001-6341-6834

https://doi.org/10.18543/djhr.3197

Fecha de recepción: 30.05.2024
Fecha de aceptación: 07.09.2024
Fecha de publicación en línea: diciembre de 2024

Cómo citar / Citation: López González, Raúl. 2024. «La inocencia de la responsabilidad social corporativa para proteger los derechos humanos ante la inteligencia artificial». Deusto Journal of Human Rights, n. 14: 287-312. https://doi.org/10.18543/djhr.3197

Resumen: La ética, la filosofía y la ciencia han permitido a la humanidad resolver los desafíos más complejos a lo largo de su historia. La dignidad humana es el fin ulterior de una civilización, tanto el Renacimiento como la Ilustración sintetizan lo mejor de la ciencia y el pensamiento. Por la ciencia y la dignidad humana llegaron la genética, la digitalización, la neurociencia y la computación cognitiva, que trasladan hoy la civilización humana hacia la cuarta revolución industrial. En la dignidad humana se hace imperativo reconocer el legado auténtico de Adam Smith. Sus mayores críticos no han leído su teoría del sentimiento moral, y sus mayores defensores desacreditan que Smith fuera ante todo humanista, luego economista. Los directivos más avezados abrazarán un capitalismo comprometido con la dignidad humana, sin complejos. Este ensayo enlaza capitalismo y tecnología, para enaltecer la privacidad y el trabajo digno.

Palabras clave: Filosofía, ética, computación cognitiva, humanismo, inteligencia artificial, derechos humanos, negocios, capitalismo.

Abstract: Ethics, philosophy and science have allowed humanity to solve the most complex challenges throughout its history. Human dignity is the ultimate goal of a civilization, both the Renaissance and the Enlightenment synthesize the best of science and thought. For science and human dignity came nuclear energy, genetics, digitalization, neuroscience and cognitive computing, which today move human civilization towards the fourth industrial revolution. In human dignity, it is imperative to recognize the authentic legacy of Adam Smith. His greatest critics have not read his theory of moral sentiment, and his greatest defenders discredit that Smith was first and foremost a humanist, then an economist. The most seasoned managers will embrace a capitalism committed to human dignity, without complexes. This essay links capitalism and technology, to extol privacy and decent work.

Keywords: Philosophy, ethics, cognitive computing, humanism, artificial intelligence, human rights, business, capitalism.

Sumario: 1. Ética y tecnología. 2. Ética y capitalismo. 3. Derecho a la privacidad. 4. Derecho al trabajo. Conclusiones.

1. Ética y tecnología

El filósofo clásico Aristóteles sintetizó la ética en prudencia y convivencia (Aristóteles n.d.). Él mismo apadrinó el Liceo, la primera universidad conocida en la que el conocimiento de la biología, geometría y astronomía se prestó al servicio del ser humano, otra forma de ilustración helénica. En su tiempo, la política y la ética eran unívocas, una simbiosis censurada por corrientes teocráticas durante los veinte siglos posteriores a su vida; teocracias que incubaron la opresión y miseria del feudalismo, el absolutismo, las cruzadas religiosas, y los totalitarismos recientes, que aún generan hambre y guerras.

La filosofía será a la razón lo que la ciencia al desconocimiento. Voltaire, filósofo y abogado, es el emblema de la Ilustración, una corriente de pensamiento que surgió a mediados del siglo XVIII. Gracias al pensamiento de Voltaire, la ciencia aceleró su desarrollo en servicio a la humanidad. “Cuando la filosofía ha empezado a ilustrar un poco a los hombres, se ha cesado de perseguir a los brujos” (Voltaire 1977, 148). Como la semiótica permite comprehender los sentimientos que producen los símbolos y signos, la ética y la filosofía resultan vitales para generar confianza entre negocios, empleados, inversores y clientes.

La relación entre la ética, la moral y la filosofía se podría definir por otra metáfora de tipo computacional, donde la filosofía representaría el ingenio del programador, la moral el código que procesa y muestra las conclusiones, y la ética en la cúspide. Siendo esta última, la noción o pensamiento que otorga sentido a cualquier aplicación informática. La secularización, que comienza a mostrarse con menos complejos desde la Ilustración, es otra consecuencia del Renacimiento, siendo ambas corrientes sociológicas fruto de la necesidad de fortalecimiento de la ética como atributo inherente que fundamenta la condición humana.

Ya avanzado el siglo XX, el concepto ético se expandió hacia nuevos contextos tales como: la ética discursiva, ética deontológica, ética normativa, ética cognitivista o ética universalista. Estas versiones adicionales son consecuencia todas, de discursos totalitarios y genocidas del siglo XIX y XX.

En sincronía con el nacimiento de los Derechos Humanos como institución internacional, nació el Standford Artificial Intelligence Laboratory (SAIL). Un neo-Liceo aristotélico para la inteligencia artificial, robótica, análisis de algoritmos, psiquiatría computarizada, composición artificial artística. Varios años anteriores al aterrizaje del primer humano en la Luna, John McCarthy, precursor de SAIL, abogó por desarrollar la inteligencia artificial en la exploración hacia Marte. Una parte de la conciencia humana en los años sesenta estaba deseando huir hacia otro planeta donde olvidar la deshumanización, y otra parte humanizarla con nuevas expresiones desde la propia ética. Quienes se han servido de la inteligencia artificial para mejorar la humanidad merecen un homenaje, el compromiso con los demás es un imperativo categórico kantiano, el deber como máxima expresión de virtud, y plenitud vital.

La ética de la compasión o compasiva es una corriente crítica a la ausencia de virtud en la ética ampliada de los años setenta del siglo XX, por la que nos propone regresar a la virtud de la ética que Platón, Aristóteles y Sócrates nos legaron. Esa virtud está estrechamente ligada a la tolerancia entre diferentes, “en la intersubjetividad asimétrica de la víctima frente a la no víctima” (Etxeberria 1998, 66). Curiosamente, el adjetivo artificioso presenta una semántica enriquecida por su transversalidad, que merece un análisis minucioso para comprehender la división de opiniones y actitudes ante la inteligencia artificial. La acepción más contemporánea, en la que la jurisprudencia tiene una relevancia destacada, define artificioso como un objeto o proceso de nula sustancia, incluso un montaje. Sin embargo, previo a la jurisprudencia latina-romana, artificiōsus, fue un término apelado por los primeros cristianos para afirmar cualquier creación de alto valor, o virtuoso, tanto en conmemoraciones como para expresar o sentir divinidad. Al llevar a cabo el mismo análisis del vocablo humano, nos encontramos khamai, una dicción para aludir simultáneamente, al camaleón y a la tierra. Camaleón como sustantivo de tipo epiceno, ergo, sin género, y tierra como el fruto de la mano o ingenio del hombre. En resumen, la hermenéutica nos asiste para ensamblar lo artificial con el ingenio y la virtud de cualquier humano en su entorno natural. En esta concurrencia la ética de la compasión sirve de baliza donde aplacar los temores de los más reluctantes ante la inteligencia artificial, e incluso del trans-humanismo, o post-humanismo.

Es recomendable que el debate entre la ética sobre la inteligencia artificial medite en la aportación de Francis Bacon. Este autor fue uno de los precursores de la ciencia industrial, un desarrollo fundamental para que la industria anglosajona haya dirigido la economía global entre el siglo XVI y la actualidad. Uno de sus apotegmas o aforismos más metafísicos se refiere al comercio de la mente con las cosas, commercium mentis et rei. En realidad “estaba convencido de que, si los hombres querían hacer progresos en la búsqueda de la verdad, debían consultar más la naturaleza que los libros” (Farrington 1971, 2). Este comercio entre la mente humana y la innovación se hace cumbre con el propósito de la inteligencia artificial; por tanto, estamos ante el sueño de Bacon. Empero, este empirista inglés, fue ante todo humanista, cuyo propósito vital fue aplicar la filosofía contemplativa antigua, al bienestar y desarrollo del ser humano.

Esta otra presunción de que el aprendizaje debería socavar el respeto a las leyes y el gobierno es mera depravación y calumnia sin toda sombra de duda. Es afirmar que un ciego con una guía puede caminar más seguro que un no ciego camina con luz. El aprendizaje hace el pensamiento más amable, generoso, y comprensible al gobierno (Bacon y Thompson 1928, 53).

Aplicando el legado de Bacon a la computación cognitiva, nos significa taxativamente que esta debe aprender cómo es la naturaleza de la mente humana. Una tarea imposible actualmente, puesto que la neurociencia aún se encuentra en proceso de traducir la ontología de la mente humana. La guía que citó Bacon en esta reflexión es homologable perfectamente al algoritmo de cualquier lenguaje de programación. Por tanto, cualquier tipo de inteligencia artificial autónoma o producida por el hombre que se desvíe o ataque cualquier ética válida para la humanidad, habrá aprendido y aplicado lo que le conduce a su final, será, sin duda, una inversión multimillonaria dilapidada.

El bioquímico y pedagogo Luis Miravitlles fue el primer español que comenzó a publicar la inteligencia artificial hacia los años sesenta del siglo XX en televisión española, “crece ya una nueva familia: la de las máquinas de aprender, las máquinas matéticas, o self-teaching machines (Miratvilles 1969, 66). Miravitlles llegó a escribir que en el futuro se produciría una escalada insospechada en las capacidades humanas observando la evolución natural de otros seres vivos a través de la inteligencia artificial. Su razonamiento se apoyó en que el conocimiento ontológico de otras especies, y la relación de estas con su entorno, podrían ser de gran utilidad para mejorar el bienestar de la Humanidad. Es plausible concebir que otra forma de inteligencia o computación cognitiva pudiera facilitar al ser humano atenuar su finitud, pues la compasión no se reconoce como antónimo del optimismo, si como consuelo para quienes se entregan a la hermenéutica que deshumaniza el ingenio del ser humano, separando el ingenio de lo artificial de su propio creador, el ser humano:

Si la ética es posible en la vida humana, es porque somos finitos, porque no tenemos acceso a los principios, porque el conocimiento humano es limitado, porque dudamos, porque no andamos por una camino claro y distinto, porque no alcanzamos verdades firmes y seguras (Mèlich 2013, 78).

2. Ética y capitalismo

Adam Smith, fue el precursor del liberalismo, uno de los humanistas más leídos y citados en la historia moderna. La mayoría de escándalos empresariales desde que Smith publicara sus teorías económicas y morales se han relacionado con sus propuestas de libre mercado y la competencia. Sin embargo, en su obra se reconoce la empatía como virtud humana de la filosofía aristotélica, y el imperativo categórico kantiano sobre el deber de respeto al prójimo, como explicita en la cita a continuación:

Por muy egoísta que se suponga al hombre, es evidente que hay algunos principios en su naturaleza que le interesan por la fortuna de los demás y le hacen necesaria la felicidad de los demás, aunque no obtenga nada de ello excepto el placer de verla. De este tipo es la piedad o compasión, la emoción que sentimos por la miseria de los demás, cuando la vemos o se nos hace concebir de una manera muy viva. Que a menudo derivamos dolor del dolor de los demás es una cuestión de hecho demasiado obvia como para requerir ejemplos que lo demuestren (Smith 1723-1790, 13).

Dos siglos después de Smith apareció la responsabilidad social corporativa (RSC), un paso importante y laudable, empero ineficaz. Como ocurre desde la Grecia clásica, la filosofía nos permitirá comprender los déficits de la RSC. La primera semilla real del capitalismo se fecunda en el siglo XV, más en concreto, en la vindicación a la dignidad humana de Giovanni Pico della Mirandola. La obra de este humanista italiano supuso una revolución ante el vitalismo y tradicionalismo que venía subyugando al ser humano por siglos. Fue la ciencia el contrapeso para superar una divinidad invisible, donde muchos únicamente encontraban desesperanza, enfermedad y miseria (Mirandola 1978). A Pico della Mirandola, a Smith y Voltaire, les secundaron exploradores osados en busca de satisfacer su finitud. Fueron inconformistas o insurrectos, ávidos de satisfacer sus deseos humanos, buscaban escapar de la miseria y depresión vital por falta de oportunidades de no haber nacido bajo un escudo noble. Los mejores socios de estos soñadores fueron mecenas que arriesgaron su propio bienestar, el de sus familias, e incluso su prestigio, esperando la recompensa en modo de materiales preciosos, especies, alimentos, semillas, y hasta capital humano esclavizado. De aquellas aventuras fueron germinando y colapsando las empresas y multinacionales, que necesitaron de centros de intercambio comerciales y financieros, hoy conocidos como mercados de valores, de futuros, permuta de riesgo de crédito, o de opciones.

Tal ha sido el desarrollo, que actualmente se comercia en los mercados financieros internacionales el equivalente al doble de la producción mundial total. Huelga decirlo, pero hubiera sido imposible alcanzar esa cifra sin los avances en tecnología de datos, comunicación y computación. Es cierto que los mercados financieros son mejorables y que la mayoría de sus miembros no ha leído, ni tiene interés por hacerlo, un solo libro sobre ética o filosofía, pero estos mercados terminan siendo implacables con negocios que no generan valor económico y confianza.

Al inicio de la revolución industrial, la esperanza de vida media apenas alcanzaba tres o cuatro décadas para la mayoría de humanos. Sin el capitalismo, es probable que no hubieran surgido el movimiento social, sus sindicatos, la sindicación y el socialismo. Es cierto que las infra-condiciones de vida aún prevalecen para miles de millones de personas, como es cierto que estos seres humanos más desfavorecidos no conocen el mercado libre y el capitalismo, debido a la hegemonía de regímenes políticos corruptos. No son pocos los gobiernos tiránicos que llegan al poder por el idealismo pueril de doctrinas marxistas, o por otras formas aborrecibles, para terminar abusando de su posición de poder, con las que controlan la economía vía monopolios empresariales de capital público, hurtado al pueblo. Miles de millones de seres humanos son víctimas del proteccionismo autárquico, que se prostituye inmediatamente ante multinacionales occidentales sin escrúpulos, para envilecer el legado moral de Smith.

La prudencia y la convivencia se expresan en la pluralidad, otro concepto básico para el éxito de la democracia y el capitalismo. La inteligencia artificial que no acepte o interprete la importancia de la pluralidad no alcanzará el nivel óptimo cognitivo o inteligente, se difuminará en los defectos y vicios en los que la inteligencia humana se muestra en la corrupción moral de los negocios y la política; con esta contundencia se muestra el rigorismo del capitalismo.

La productividad es el alma del capitalismo, porque frena o elimina la inflación o pérdida de poder adquisitivo de las clases menos favorecidas. La inflación representa la mayor fuente de miseria y analfabetismo, como el mayor desafío en los países desfavorecidos, ahogados por la miseria y la desesperanza de sus gentes. La productividad será la clave para que economía continué produciendo valor económico ante un nivel de población que comienza a dar muestras de estancamiento, o declive demográfico. La inversión en tecnología es el factor más importante para generar productividad, junto a una educación diversa, plural y eficiente. Eduard Punset, compartió una reflexión que recibió personalmente de Dan Gilbert, en la que este psicoanalista le confesó, “la felicidad residía en reconocer nuestras debilidades” (Punset 2007, 325).

El dilema que hoy se concentra en torno a la inteligencia artificial es similar al que generó, y aún ocupa, la energía nuclear. Se trata de una fuente de energía que suministra calor a hogares, hospitales, colegios y universidades a un coste inferior a otras fuentes de energía contaminantes. El ahorro financiero que la energía nuclear aportó, permitió invertir en sanidad, en desarrollar capital humano por una educación más competitiva, mejorar el capital físico por empresas privadas, y en infraestructuras civiles para el transporte de mercancías, de personas o de energía. Vimos que la mejora en la competitividad conduce a mejor productividad, ergo menor inflación, para finalmente, aumentar la renta disponible de hogares y empresas. Con mayor renta, el ahorro y la inversión desde los mercados de capitales o financieros han permitido invertir y desarrollar nuevas fuentes de energía renovables, en sintonía con la salud del planeta y la salud de la humanidad. En la actualidad, la curva de costes de energía muestra dos ganadores ostensibles, la energía fotovoltaica y eólica, y otros que han perdido eficiencia e importancia, como el carbón, petróleo y gas, para desesperanza de dictaduras que se enriquecen vendiendo combustibles contaminantes. Esta curva de coste que se observan en la producción de energías sostenibles y no contaminantes se está acercando a niveles ínfimos, incluso gobiernos hasta no hace mucho anticapitalistas, como el de China, abrazan con jolgorio la inversión en energía solar o eólica. En resumen, la energía nuclear ha favorecido que la humanidad disfrute de fuentes de energía menos contaminantes, y más económicas.

William E. Connolly, filósofo especializado en pluralismo, consigue producir un análisis valioso acerca de la distancia entre la terapia freudiana y la ética. Connolly argumenta que la terapia permite reformar endógenamente aquellos procesos que precisen correcciones como si de algoritmos no automatizados se tratará, frente a los atributos autónomos como la voluntad y la capacidad intelectual inherentes en los humanos (Connolly 2002). Para este autor la ética era una expresión de arte supremo, un reduccionismo para sentir que la ética aplicada es la ruta ideal al éxito. Los algoritmos que desarrollan la inteligencia artificial generativa y sus evoluciones futuras deben integrar el efecto que la ética provoca en el cerebro humano, la dopamina de la felicidad. El éxito de cualquier negocio subyace en la felicidad o comodidad que sus clientes compren. El desafío inédito para las matemáticas en la computación cognitiva, pasa por replicar todos los secretos que el abstraccionismo del alma humana conlleva, humanizarse de forma exógena o endógena (generativa), es la matemática que citó Miravitlles.

Lawrence Kholberg (1958), filósofo y psicólogo, expuso una fórmula excelsa de pedagogía moral. Según su teoría, la mayoría de sujetos morales se clasifican en un primer nivel por su conformismo o vitalismo, tal vez por temor a las represalias, en un sistema donde el dinero es el medio para cubrir necesidades y obtener deseos. En el segundo nivel, se sitúan aquellos humanos que viven desde un enfoque más utilitarista, de compromiso, que demanda dilemas entre las normas recibidas y la moral, presentando mayor autonomía en el procesamiento cognitivo, y protagonismo en sus vidas al imperativo categórica kantiano, por el que debemos regir nuestra moral bajo la regla de oro, o el deber como medio para la conquista del máximo bienestar personal y colectivo. Kholberg expuso también que los individuos con mayor autonomía y autoestima idealista pueden convertirse en los mayores inmorales, por una represión ante la autoridad bajo un patrón que deriva de una relación paternal compleja o no resuelta. El nivel superior de moralidad lo presentan aquellos individuos que planifican, ejecutan y se expresan en términos de impersonalidad, que no se amedrentan ante el castigo, capaces de cultivar el deber y el derecho moral sincrónicamente.

Kohlberg añade una comparación cultural a su análisis, observando niños y adolescentes entre diez y dieciséis años que vivían en EE.UU., Taiwán, México y Turquía. En sus conclusiones se podría inferir que las sociedades urbanas facilitan el tránsito hacia estados morales más autónomos, idealistas y universales, tal vez porque las sociedades urbanas son más permeables a la intersubjetividad, a las experiencias de los demás. Como en su momento el autor no consideró oportuno añadir esta lógica, o no se percató, conviene recordar que EE.UU. vivió un periodo de elevado inconformismo social desde los años cincuenta hasta los años ochenta, ampliado en ámbitos urbanos, con especial impacto en la década en la que Kholberg publicó su análisis. Y, además, que en el caso de Méjico o Turquía, la menor proporción de población urbana pudo reducir la interacción y diversidad social a la secularización más reducida en zonas no urbanas. La investigación de Kholberg es de las más apropiadas a la hora de encargar o contratar soluciones de computación cognitiva a desarrolladores especialistas, si se pretende evitar fracasos seguros.

3. Derecho a la privacidad

Al final de esta sección se incluye un breve análisis práctico sobre el impacto de la falta de respeto al derecho fundamental de la privacidad, en concreto el caso de Meta, antes Facebook. La privacidad y la elección autónoma sobre los límites casuísticos a este derecho de individualidad supone un elemento indispensable de la calidad de vida humana. Como no existe consenso universal sobre una definición de tipo apodíctica para definir concisa y ampliamente el término de privacidad, este ensayo ofrece una revisión desde la perspectiva de dos filósofos especializados en la filosofía de la mente y el pragmatismo. Ambos presentan diferentes inclinaciones sobre propuestas dispares de organización política-dogmática, con argumentos relevantes a la hora de enriquecer la deliberación dialógica que nutran la crítica, pluralidad y tolerancia, valores que se expresan en los Derechos Humanos fundamentales.

Wilfrid Shellars, filosofo norteamericano, realizó parte de sus estudios universitarios en Paris, se mostró renuente sobre el concepto de privacidad absoluta. Shellars afirmó que la única forma de comprender nuestras emociones deriva de la intersubjetividad, sinónimo de convivencia en ética. Analizando a Shellars (1956), se abre una reflexión en torno a las desventajas potenciales en la convivencia de la ética por el anhelo de una privacidad absoluta. Como la privacidad interior toma forma gracias a la intersubjetividad, se podría inferir que la privacidad absoluta o privacidad relevante podrían parecer incompatibles con la empatía, una virtud compartida tanto por las relaciones humanas como la propia ética. La de Shellars es una propuesta sincrónica a dilemas que se observan en la casuística y el principalismo. En este último acercamiento se abrazan con demasiada facilidad reguladores y grupos de influencia a la hora de analizar y resolver otros asuntos y desafíos de carácter socio-económico.

Baruch Spinoza, filósofo, llegó a ser marginado de su propia comunidad hebrea por relacionar a Dios con la Naturaleza; una herejía en su época, pero una relación cuasi integrada hoy en el catolicismo. Esta metáfora de Spinoza sirve para comprender por qué afirmó, en el siglo XVII, que la mente y el cuerpo humano se relacionan desde la unicidad, y que a su vez el cuerpo se nutre de su entorno, bajo un vínculo bidireccional o binario que termina determinando la propia forma de elegir, decidir y razonar de cada individuo. Spinoza concluyó que su propio conocimiento no era suficiente para determinar su concepto de ética; él necesitó comprender la relación de sus coetáneos hacia la ética y el conocimiento. Un pensamiento que puede ser recurrente para definir la intersubjetividad, tal como hoy la conocemos. Spinoza (2019) habló por primera ocasión sobre el respeto a la privacidad en su Tratado Político, y supeditó la piedad de la privacidad a la utilidad pública, porque de colapsar esta última, la ira y la impiedad censurarían la mayoría de espacios de privacidad o derecho a sucedáneos de esta, como el derecho a la propiedad privada. El ingenio excelso de Spinoza invita a preguntarnos hasta dónde la privacidad se convierte en un activo o una carga para el bienestar individual y colectivo de nuestra sociedad, y qué tratamiento se debe requerir a la computación cognitiva en cuanto al sentido de privacidad.

De lo anterior se sigue que el derecho e institución de la naturaleza, bajo el cual todos nacen y viven la mayor parte de su vida, no prohíbe nada más que lo que nadie desea y nadie puede; pero no se opone a las riñas, ni a los odios, ni a la ira, ni al engaño, ni a absolutamente nada que aconseje el apetito. Nada extraño, ya que la naturaleza no está confinada a las leyes de la razón humana, que tan sólo miran a la verdadera utilidad del hombre y a su conservación, sino que implica infinitas otras, que abarcan el orden eterno de toda la naturaleza, de la que el hombre es una partícula, y por cuya necesidad todos los individuos son determinados a existir y a obrar de cierta manera. Así, pues, si algo nos parece ridículo, absurdo o malo en la naturaleza, se debe a que sólo conocemos parcialmente las cosas e ignoramos, en su mayor parte, el orden y la coherencia de toda la naturaleza, y a que queremos que todas las cosas sean dirigidas según los hábitos de nuestra razón. Pero la verdad es que aquello que la razón define como malo, no es malo en relación al orden y a las leyes de toda la naturaleza, sino únicamente en relación a las leyes de nuestra naturaleza (Spinoza 2019, 267).

Siendo Asia una de las zonas donde la inteligencia artificial ha obtenido mayor aceptación, cabe reconocer que la moral, ética y estilos de vida que predomina en esa zona del planeta son menos sensibles al derecho a la privacidad en Occidente. El confucionismo, una de las corrientes filosóficas más antiguas e influyentes en Asia presenta cierta sincronía con la dignidad del ser humano de Pico della Mirandola, porque asume a las relaciones humanas como el cimiento de su propuesta de pensamiento. La expresión que resume esta filosofía oriental es el jen-i-li-chih, (humanismo -jen-, fidelidad -i-, propiedad -li-, educación en libertad -chih). En torno al confucionismo gira la creencia de que, tarde o temprano, cualquier sujeto necesitará de la generosidad y empatía de otros humanos de su entorno, por tanto, no es inhumano anteponer la intersubjetividad de las relaciones personales ante la autonomía individual (Yum 1988). En Asia, es más común encontrar organizaciones económicas más horizontales que dependen más de la comunicación y la confianza que las verticales; en estas últimas, la privacidad se reconoce y afirma.

La computación cognitiva es una consecuencia de la inteligencia artificial, y la primera será reemplazada por otro desarrollo superior en ingenio. Según Dirk Helbing (2015), subestimar la importancia de estas evoluciones supondría una suerte de lotería de consecuencias impredecibles. El negacionismo digital o vitalismo, basado en el temor ante una inteligencia más eficiente, conlleva otro riesgo igual o tal vez superior a una inteligencia no humana, una pendiente resbaladiza por el desconocimiento que erigiría otra división en las capacidades y oportunidades al alcance de cualquier humano.

Ya que la computación cognitiva se alimenta de aprendizaje de tipo auto-generativo, automático y cognoscitivo, cualquier proceso de supervisión debería estar abierto a nuevos algoritmos específicos de control endógeno o exógeno. Es prudente instruir a los algoritmos la capacidad de interactuar entre ellos, para supervisarse mutuamente con atribuciones de justicia y coercitivas. La práctica de moralidad o justicia entre algoritmos formará parte de su intersubjetividad digital; la inteligencia humana debe ser policía y fiscal dentro de este mecanismo de control, de esta forma se detectará cuando un algoritmo se corrompa por interés propios, con la aquiescencia de otros algoritmos que se verán seducidos por manipular su diligencia debida, en modo similar al tráfico de influencias o intercambio de favores que es común en oligopolios desde hace siglos. Sería cándido asumir que la computación cognitiva no será tentada de auto corromperse. La corrupción en la computación cognitiva es más que plausible, en adelante analizaremos las neuronas espejo para tratar de asumir este riesgo.

Hace tres décadas, el neurólogo Giacomo Rizzolatti presentó su descubrimiento sobre las neuronas especulares, o neuronas espejo. Son neuronas esenciales para la empatía que se activan para reconocer las intenciones del resto de sujetos con quienes nos relacionamos. Se reconocen como las neuronas responsables del aprendizaje del lenguaje, sin ellas la comunicación humana no sería tal como la conocemos, a buen seguro la evolución humana presentaría otra historia muy diferente (Martín Loeches et al. 2008). La privacidad es como un velo de ignorancia de nuestras intenciones en los demás, que protege la intimidad, pero no sería prudente olvidar que la comunicación, el lenguaje y la empatía no se nutren de la privacidad, al menos sin conocer nuestros pensamientos. Un exceso de privacidad, podría derivar consecuencias tan graves en la estructura social de cualquier comunidad y en su convivencia, como la falta de intimidad absoluta. De ahí que no exista una definición unívoca y universal del concepto como tal de privacidad.

La convivencia como base de la privacidad y fundamento ético invita a reflexionar en cómo facilitar la ontogenia de la computación cognitiva. El psicólogo y filósofo Henry Ey (1967) se ocupó de analizar la herencia del pensamiento, y los neurotransmisores, enfocando las teorías de la personalidad a un base elemental, donde su fisionomía (huellas digitales) se fundamenta de forma exógena. Esta reducción ilustra la fase en la que la computación cognitiva se encuentra actualmente, siendo este factor exógeno el reflejo del medio, es decir, la influencia de la moral y las características éticas o sesgos emocionales de los desarrolladores humanos y de quiénes a su vez, supervisan a estos con el objetivo focalizado en los resultados financieros. Las propuestas de computación cognitiva o humanizadas de mayor éxito en el futuro serán aquellas que faciliten la comprensión de los beneficios que supone la privacidad y, sobre todo, las soluciones capaces de adaptarse de forma más eficiente a las diversas nociones de privacidad en su uso y limitaciones, a través de todas las culturas diversas en el mundo.

El Super-Yo artificial es la fase posterior a la computación cognitiva, que podríamos comenzar a definir como computación sub-consciente e inconsciente. De forma autónoma, podría llegar a ser capaz de comprender la dimensión de la privacidad como un rasgo que forma parte de los derechos fundamentales de los seres humanos. En la investigación de Freud sobre el narcisismo, encontramos esta expresión: “Wo es war soll ich werden”, traducido al castellano, “allí donde era Ello, debo hacerme Yo” (Freud et al. 1973). El deseo y anhelo de autonomía individual se enfrenta a esta moral común aceptada, y provoca sentimientos enfrentados que suponen un riesgo para la convivencia con uno mismo y la comunidad. Por supuesto que no es asumible trasladar la biología humana a la ontología incipiente de la inteligencia artificial, pero las circunstancias inciden en el desarrollo de la personalidad humana, y la inteligencia artificial aún no es plenamente autónoma de la inteligencia humana. Para cualquier empresa que pretenda capturar la demanda de soluciones de inteligencia artificial, le será imperativo reducir las consecuencias del potencial complejo de edipo de la computación cognitiva. El axioma de los riesgos es la pérdida de confianza ante usuarios, clientes e inversores, y la amenaza de este riesgo es la capacidad o influencia colectiva que expone Young:

Sindicatos, grupos religiosos, y organizaciones de accionistas son algunas de estas entidades que a veces ejercen un poder significativo, no porque puedan coaccionar a otros para imponer sus decisiones, sino porque cuentan con muchos miembros que actúan juntos […] existe una demanda moral altisonante […] Una actitud responsable de aquellos con un interés fundamental en acabar con las injusticias no es culpar a los poderosos […] sino responsabilizarlos públicamente (Young 2011, 154, 156)

Las redes sociales han multiplicado la audiencia en todo el mundo, acelerando el acceso a la información y la influencia de opinión, el riesgo de prestigio o credibilidad se ha convertido en una de las mayores amenazas para el capitalismo e inversores, mayor incluso a los riesgos del clima, económicos o financieros. Para comprender mejor las consecuencias de menospreciar esta contingencia, conviene analizar el caso de Facebook, hoy Meta. El 10 de abril de 2018, Mark Elliot Zuckerberg, uno de los fundadores de Facebook, hoy Meta, compareció ante el Congreso de EE.UU., para rogar por el perdón de los ciudadanos del mundo y de los representantes del poder legislativo en ese país. Las primeras sospechas y denuncias contra Facebook por violar la privacidad de sus usuarios comenzaron a ser públicas hacia el año 2008, sin embargo, a finales del 2016, se desató el escándalo más grave en materia de privacidad en la última década. Se constató que Facebook vendió datos de millones de usuarios sin su visto bueno y conocimiento a una consultora británica que analiza las intenciones de voto de ciudadanos (NBCNews 2018).

Es elocuente observar el valor de mercado de todo el negocio de Facebook o Meta durante la última década, ese valor es el interés de los inversores capitalistas, que depende de la confianza que esta empresa produce. En las primeras columnas de la tabla siguiente se observa el precio de cotización al final de cada año natural desde el final de 2013, para las acciones de Meta-Facebook, Netflix y Amazon, corporaciones cuyos modelos de negocio dependen en buena medida de la minería de datos, de su interpretación y distribución. En las tres últimas columnas se observa la revaloración acumulada de las acciones de estas tres empresas al final de cada año natural. Sincrónicamente, el interés de los inversores en acciones de Facebook se debilitó a partir del testimonio de Zuckerberg en el Congreso de EE.UU., mientras creció el interés de inversores en las acciones de Netflix y Amazon. La variable más importante para inversores reside en la confianza que pueden depositar en la moral de los directivos de las empresas, ya que a largo plazo determina el éxito o colapso de cualquier negocio. Ese carácter se observa en la empatía de la cultura de la corporación ante clientes, empleados, inversores, proveedores, reguladores. Cuando la empatía de una organización decae, se eleva la incertidumbre y la sensación de riesgo, empujando al alza la prima de rentabilidad que se utiliza para valorar en el presente los flujos de beneficios a producir en el futuro.

Tabla 1

Evolución bursátil. 2013-2023: META, AMAZON, NETFLIX

META

AMAZON

NETFLIX

META

AMAZON

NETFLIX

Precio acciones

Revalorización del valor de mercado acumulado

27/12/2013

$55,44

$19,90

$52,50

26/12/2014

$80,78

$15,45

$48,58

145,71%

77,64%

92,53%

31/12/2015

$104,66

$33,79

$114,38

188,78%

169,80%

217,87%

30/12/2016

$115,05

$37,49

$123,80

207,52%

188,39%

235,81%

29/12/2017

$176,46

$58,47

$191,96

318,29%

293,82%

365,64%

28/12/2018

$133,20

$73,90

$256,08

240,26%

371,36%

487,77%

27/12/2019

$208,10

$93,49

$329,09

375,36%

469,80%

626,84%

31/12/2020

$273,16

$162,85

$540,73

492,71%

818,34%

1029,96%

31/12/2021

$336,35

$166,72

$602,44

606,69%

837,79%

1147,50%

30/12/2022

$120,34

$84,00

$294,88

217,06%

422,11%

561,68%

29/12/2023

$353,96

$151,94

$486,88

638,46%

763,52%

927,39%

Fuente: Elaboración propia a partir de Google Finance

Con estos datos, es plausible estimar el coste de oportunidad para los accionistas o inversores de Meta, en su día Facebook, por la escasa moral y ética de esta empresa. Sin escándalos por medio, se podría inferir que la apreciación en la acción de Facebook al cierre de 2023, presentaría evolución similar a la de los títulos de Netflix o Amazon durante 2013-2023. Tomando una media geométrica simple, la acción de Meta podría haber ascendido a $460 a cierre de 2023. Amazon también ha recibido sanciones por violar normas de privacidad, pero en bastante menor escala a las que recibió Meta-Facebook. Según los últimos estados contables y financieros registrados por Meta ante el regulador de los mercados financieros en EE.UU. el beneficio tras impuestos para el ejercicio último, alcanzó $14,87 por cada acción en circulación (SEC 2024).

Por tanto, es plausible concluir que el coste de oportunidad para los accionistas de Facebook equivale a $460 – $353,9, donde $353,9 es la cotización real a cierre de 2023, y $460 es la cotización potencial de acuerdo a la evolución del interés de los mercados en Netflix y Amazon. Este coste de oportunidad representa más de siete veces el beneficio neto del último ejercicio, una cifra desorbitante. Así de implacables son los mercados financieros ante la falta de ética y moral en las empresas, por esto recalcar que Adam Smith, el precursor del capitalismo, fue filósofo, sobre todo, y luego economista.

4. Derecho al trabajo

El artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos incumbe a dos aspectos humanos cruciales, el derecho de acceso y equidad en las oportunidades laborales. La historia económica exhibe que las disrupciones tecnológicas han deslocalizado y transformado las funciones del capital humano con una facilidad asombrosa, por lo que es razonable asumir dos niveles de consecuencias. Por un lado, cientos de millones de empleos se extinguirán; para tratar de calibrar este impacto, se pueden distinguir tareas por los atributos siguientes: rutinario o no rutinario, cognitivo o no cognitivo, de elevada o reducida especialización (Ted Tschang y Almirall 2021). Por otro lado, nuevos puestos de trabajo surgirán, como la productividad aumentará, será posible reducir la jornada laboral, mantener o aumentar la renta disponible de hogares, y la recaudación fiscal, para ofrecer las políticas sociales más relevantes. Esta es la fórmula que ha llevado la humanidad de la Edad Media a la vida actual, con todo lo que queda por mejorar, por supuesto.

En sintonía con la ética de la compasión, y la finitud del ser humano, la doctora en sociología Helga Nowotny, nos exhorta a reflexionar ante los prejuicios que derivan de la finitud humana:

El miedo a nuevo inhibe la curiosidad, incluso cuando no se deja intimidar del todo por el miedo que ella misma provoca. Pero la curiosidad comienza a vacilar y tambalea […]. El polo opuesto, el subjetivo, abarca todo sentido, belleza, significado, y valor que le atribuimos a la realidad objetiva. Pero esta separación, que todavía sigue estando muy arraigada en el pensamiento occidental, en la filosofía, y en lo que aún no dijeron las otras disciplinas, ignora que no hay ninguna diferencia de base entre nuestro acceso al conocimiento y nuestra manera de conocer. (Nowotny 2024, 45, 46)

Para Nowotny, la filosofía es indispensable para comprender la razón humana, y la ciencia incluida la inteligencia artificial son herramientas desarrolladas al servicio de los humanos. Esto que parece tan obvio observando la historia, no se debe olvidar por quien promueva la tecnología, para evitar que la opinión medieval más fundamentalista acabe con la Ilustración y el Renacimiento. Esta última corriente más contraria al desarrollo técnico se presenta en una suerte de falacia naturalista para reafirmar que el ser humano es lo que debe ser, libre de amenazas potenciales como la robótica, o la inteligencia artificial generativa. “El vitalista moral asegura que lo debido es cuanto colabora con la vida para magnificarla y asegurarla, siendo indebido y malo cuanto la compromete y la desmiente” (Savater 1992, 298).

La corriente filosófica taoísta resulta eficaz para reivindicar un tipo de liderazgo que destaque por: su disposición por el conocimiento, la formación constante, determinación, y por otros atributos de los directivos que determinan el compromiso de los empleados en la organización: la benevolencia, su empatía con el equipo, y su elevado sentido de justicia (Bai y Roberts 2011). Estos últimos atributos presentan una notable correlación con el nivel moral post-convencional que ya se ha citado previamente, en la teoría del desarrollo moral de Kholberg.

Aplicando otro caso práctico para este debate, en concreto el de José López Rojas, doctor en finanzas, y especialista en Python, una de las aplicaciones de mayor ocupación en la inteligencia artificial. “Las finanzas del siglo XXI han evolucionado significativamente gracias a los avances tecnológicos, particularmente en el ámbito de la inteligencia artificial (IA). Estos avances han transformado cómo las instituciones financieras operan, toman decisiones y sirven a sus clientes” (López Rojas 2024a, 2). Python facilita procesos de análisis bajo un entorno macro y micro económico dinámico, influido por millones de variables cuantitativas y cualitativas no estacionales, por las que las conclusiones del algoritmo deriven de acontecimientos des-correlacionados con el pasado. Incluso, sería factible contemplar el escenario por el que las variables seleccionadas estuvieran correlacionadas, un efecto que se conoce como multicolinealidad estadística. Si el emisor de estos activos financieros fuera cualquier multinacional con balances multimillonarios que hubiera colapsado sorprendentemente por un escándalo de corrupción o similar, el algoritmo debería estar programado para predecir las posibilidades de bancarrota de sus competidores, como también de otros riesgos económicos o financieros de tipo sistémico.

Es tal el nivel de complejidad por la diversidad de información, conocimiento, y disciplinas, que se haría necesaria la intervención de la inteligencia humana con nuevas funciones adicionales a las que hasta ahora han desarrollado los analistas financieros, como la valoración de los riesgos operativos y financieros por ausencia de suficiente diligencia ética ante determinadas decisiones de los directivos de ese negocio o la competencia. Nuevos perfiles laborales con competencias inéditas y capacidad de lógica multidisciplinares serán necesarios, así como diseñar programas de estudio universitario o de formación profesional capaces de anticiparse a los nuevos retos, para proveer un capital humano más renacentista, diverso.

La innovación y la ética deben ir de la mano en este nuevo escenario, pero, sin una dosis de creatividad y aporte único, el desarrollo humano y el crecimiento profesional corren el riesgo de estancarse. Este cambio de paradigma no admite términos medios: o los trabajadores se mantienen evolucionando constantemente o se quedarán atrás (López Rojas 2024b, 8)

Esta cavilación contemporánea no dista del pensamiento de Pico della Mirandola, puesto que la inteligencia artificial como desarrollo científico no se debe observar únicamente como una amenaza, sino también como una palanca para expandir la dignidad humana por la responsabilidad inalienable como contraprestación a la virtud heredada de nuestros antepasados.

Seyla Benhabib, filósofa especializada en política, afirma que la vida social y económica que fundamenta la intersubjetividad depende de dos pilares, la cooperación y de aceptar las consecuencias impredecibles de nuestras acciones o decisiones (Benhabib 2004). La mayoría de los empleados vulnerables a la computación cognitiva se verán empujados a un inevitable proceso de evolución y adaptación, como el camaleón que sirvió a los griegos antiguos para construir la palabra humano de su época que nos legaron. Este desplazamiento laboral es comparable en la distancia con las necesidades que los migrantes presentan cuando se ven abocados a un traslado a cientos o miles de kilómetros de distancia. Benhabib propone aceptar una forma de redistribución económica al estilo que proponen otros filósofos como Thomas Pogge o Charles R. Beitz, pero siempre que esta generosidad económica se subordine a los preceptos siguientes

Objeciones epistémicas-hermenéuticas: ¿Todos los puestos de trabajo que se eliminen en el futuro serán una consecuencia de la computación cognitiva? Según el índice de desarrollo humano, que publica el programa de desarrollo de la ONU, durante las tres últimas décadas la calidad de vida ha mejorado en general, un 25% en todo el Mundo (Naciones Unidas 2024). Desde la polea de Arquímedes, la tecnología es una respuesta a la búsqueda de eficiencia económica, sanitaria, social, como consecuencia del ingenio innato inalienable a la condición humana y a la insatisfacción de su finitud, pues no ha cesado de la búsqueda por la innovación, con el doble fin de reducir el esfuerzo humano o aumentar los resultados que la ciencia económica reconoce como productividad. Sin el desarrollo de la ciencia y la técnica, los flujos migratorios actuales no tendrían sentido, ya que la forma de vida sería la misma que hace miles de años para todos por igual, el ser humano no habría conocido el privilegio de la universidad, de la atención hospitalaria, del placer de la cultura o el turismo. La industria del turismo supone el 10% de la Economía mundial actualmente, es la industria con mayor crecimiento en la última década. Con el aumento de la productividad de la tecnología, se reducirá aún más la jornada laboral, aumentando el tiempo de ocio simétricamente; por tanto, esta industria demandará más capital humano.

Benhabib propone más derechos, pero también mayor transparencia, y sentido del deber, para que cada ciudadano pueda y perciba la necesidad de reflexionar, reconocer y afirmar un consentimiento informado de los cambios en el mercado laboral que la computación cognitiva provocará, así como de las alternativas que dispone para beneficiarse de esta inercia, o las ventajas y riesgos que asumirán de optar por mantenerse al margen. Para quienes prefieran rechazar esta corriente por su balance de obligaciones y derechos comunitarios e individuales, es prudente mantener el sentido de justicia distributiva, recordemos que la ética es prudencia más convivencia o amistad.

Objeciones democráticas: Bajo una perspectiva más racional o económica, una de las condiciones para que cualquier tecnología se desarrolle y perviva es que reduzca, o no amplie, la distancia de bienestar y calidad de vida entre clases sociales, como se muestra en el índice de la ONU que se referencia previamente. Es imperativo que no se censure directamente el acceso a los beneficios de la computación cognitiva para ningún ser humano, aunque no es verosímil plantear este derecho simétricamente, dado la diversidad de culturas y de principios morales en una sociedad global plural. Benhabib denuncia lo injusto de los privilegios que la ONU aún permite a un puñado de países, en detrimento de los intereses del resto; traducido a un contexto corporativo, estaríamos observando un cartel u oligopolio.

La computación cognitiva debe ser útil al ser humano para impulsar la competencia en el sector tecnológico, reduciendo la influencia de pocas compañías en la dirección de esta industria, que supone una autarquía capitalista oligopolista. La democracia es el fundamento de Smith y de su mercado libre; en la búsqueda de la autodeterminación individual es necesario aumentar el rango de oportunidades, se trata de ampliar al máximo las oportunidades de trabajo para la mayoría, y evitar concentrar la demanda y oferta de talento en un número reducido de organizaciones, lo que provocaría la frustración y desactivación de buena parte del talento humano. Por esto mismo, la pedagogía en la inteligencia humana, como medio para el fin de convivir con la computación cognitiva, debe abrirse a nuevas perspectivas además de la lógica o la razón, otorgando mayor relevancia, por ejemplo, al humanismo y los valores democráticos y de justicia. Esta recomendación debe viajar más allá de los centros educativos para jóvenes o niños, hasta la formación continuada en lugares de trabajo de cualquier índole.

Meta-Facebook fue desde 2004 un nirvana para los programadores e ingenieros de computación que terminaban su carrera universitaria. Ver años después al fundador reconocer desde el Congreso los fraudes y abusos cometidos desde la organización de la que depende tu bienestar financiero y el de tu familia, debió provocar cierta angustia entre directivos y empleados de esta empresa. Desde la perspectiva moral, un buen número de empleados en Facebook debió sentir cierta incomodidad por la displicencia de la compañía ante su deber con las necesidades y derechos del resto de personas que dependían directa o indirectamente de la estrategia de negocio corporativa. Siento estos empleados, además, usuarios de las soluciones de Facebook, por lo que sus propios datos fueron utilizados de forma fraudulenta. No sorprende el éxodo de un buen número de profesionales y directivos de Meta-Facebook, con el consiguiente riesgo que estas dimisiones representaron para la estabilidad y solvencia de la compañía (Franck 2019). Quienes optaron por abandonar ese proyecto se unieron a la competencia o crearon su propio negocio, integrando toda la experiencia y conocimiento acumulado financiado con el capital y la confianza de los accionistas de Meta-Facebook.

Conclusiones

En sintonía con el argumento que aplica Francisco José Blanco Brotons en su crítica a la teoría de la justicia de Rainer Forst: “Una propuesta normativa basada en la capacidad de proclamar las razones «no refutables» cae en un idealismo racionalista incongruente con la teoría discursiva” (Blanco Brotons 2023, 266). Desde la diversidad cultural y moral de la que disfruta la humanidad, como la prudencia y convivencia que aporta la ética, no cabe abordar los retos de la computación cognitiva para los derechos humanos fundamentales desde una perspectiva legal apodíctica.

Investigadores japoneses acaban de publicar una nueva tecnología basada en inteligencia artificial que es capaz de representar en imágenes la actividad neuronal profunda de la mente humana. Este descubrimiento representa un hito en la investigación neuronal que aumenta la competencia en investigaciones similares que nos trasladarán a contextos de intersubjetividad desconocidos por el ser humano, para desafiar los derechos humanos fundamentales conquistados hasta ahora (Koide-Majima et al. 2024). No debería sorprendernos que en un futuro no lejano se pueda reconstruir o mapear nuestro pensamiento para evitar situaciones de extrema violencia en zonas de transporte público, que las aplicaciones sociales de contacto actualicen sus versiones para conocer las emociones que producimos en otras personas, o que los equipos de recursos humanos puedan valorar la actitud de sus nuevas incorporaciones.

Ante el rechazo o contradicción inherente en la ontología de cada humano que este tipo de avances suponen para respetar derechos fundamentales como la privacidad, la ética se erige per-se en el principal factor diferenciador. Los inversores o empresarios más avezados comprenderán que este rechazo deriva de una necesidad básica de consumidores por proteger su autonomía y dignidad personal. Los planes de negocio que pretendan posicionarse con ventaja respecto a la competencia para atender de manera más ética y eficiente la relación de los consumidores con su privacidad harían bien en combinar las teorías de estrategia de negocio como las de Michael E. Porter con los derechos humanos fundamentales. Este economista desarrolló una teoría que permite reconocer las ventajas competitivas de cualquier negocio, en relación a su posición ante clientes, proveedores, la posibilidad de aumentar la competencia en el sector, de nuevos productos o soluciones, y del nivel de competencia (Porter 1979).

Cuando Porter publicó esta teoría, la inteligencia artificial se encontraba en una fase muy incipiente, cuarenta años después está transformando los modelos de negocio de empresas con décadas de trayectoria, y dando paso a nuevos modelos de negocio que podrían canibalizar la cuota de mercado a corporaciones hoy muy rentables y atractivas para inversores. En los últimos años se ha desarrollado la cuarta revolución industrial, que reconoce y afirma contextos de organización corporativa vanguardistas, cuyo objetivo básico es aumentar la productividad, y las economías de escala. La cuarta revolución industrial es compatible únicamente, con modelos de negocio que demuestren una capacidad de adaptación excelsa, mediante procesos de aprendizaje automáticos, aplicando y desarrollando algoritmos de última generación (Lanteri 2021).

Desde su metáfora de los mercados financieros, Benhabib sugiere que las prácticas inmorales deben ser perseguidas y condenadas, porque ponen en riesgo el funcionamiento eficiente del sistema de cooperación, es decir, nuestra confianza en los demás. Subraya también que nuestras decisiones y acciones influyen en el bienestar de los demás, afirmando el concepto de responsabilidad moral como el eje de su análisis, puro kantianismo. En correlación con esta metáfora, es posible inferir que aquellas aplicaciones de inteligencia artificial capaces de ubicar los derechos humanos fundamentales como medio y fin a su vez en la estrategia de negocio, estarán en situación de ventaja competitiva ante sus competidores. La confianza está muy correlacionada con la convivencia; este último atributo es un rasgo esencial de la ética, y los usuarios o consumidores optarán por aquellos desarrollos que ofrezcan mayor empatía y respeto por el interés personal de estos. Sin olvidar que la multiculturalidad invita a considerar la diversidad en la relación de los humanos con determinados derechos fundamentales, ya se ha citado que bajo el confucionismo, la privacidad podría generar sentimientos diferentes entre ciudadanos de cultura japonesa, coreana, china, con respecto a los influidos por culturas occidentales.

Smith aportó una teoría moral excelsa, pero muchas corporaciones no han interpretado y aplicado sus cánones morales, que se podría resumir en que la confianza debe ser la principal ventaja competitiva en el plan de negocio de cualquier empresa (Shleifer 2004). Tampoco lo hizo el propio Porter al inicio de su carrera académica. Como el vitalismo es parte de la condición humana, es lógico que alguno de los lectores de este documento piense de inmediato que la ética reduce las posibilidades de negocio olvidando la recomendación de Punset y Gilbert sobre el reconocimiento a las debilidades del ser humano, y su auto impotencia para el éxito y la felicidad que se expone a lo largo de este documento. El valor social y económico de cualquier tecnología deriva de la confianza, y esta a su vez del respeto por la moral. La humanidad siempre marginó antes o después aquello que produce desconfianza, que no respeta los códigos de moral necesarios. Son conocidas las consecuencias que produce el doping en la reputación e ingresos de los deportistas profesionales que no respetan el juego limpio. De la misma forma, el algoritmo que no respete la moral acabará expulsado. Aristóteles definía como idiotés a los griegos que se auto marginaban de la polis.

La cuarta revolución industrial dispersa la información y los datos como el oxígeno, los consumidores y empleados adquieren mayor sentido de su poder para marginar negocios que no ofrecen servicios de valor económico-social, desde el respeto a los derechos humanos fundamentales. El futuro de los negocios y la evolución de la conciencia humana exige a las empresas adaptar su estrategia y organización constantemente, hacia un talento humano que ya no se conforma con una salario digno y atractivo, exige además sentirse alineado con la cultura del negocio, sentir bienestar en su salud física y emocional.

En los mercados financieros, donde se socava o fortalece el buen hacer de las empresas, y cuyo éxito es a su vez una función más directa de cómo se reconoce la ética y cultura de las empresas, se desarrolla con velocidad un nuevo concepto de inversor, que se conoce como inversor activista, e inconformista. El propósito básico de estos inversores cada vez no tan singulares, consiste en forzar la transformación o adaptación del plan estratégico de cualquier negocio donde decidan invertir, hacia un propósito en sintonía con la propuesta de Smith, ser más empático con el entorno y con los seres humanos en general (Alden 2011). Desde una perspectiva de largo plazo, esta decisión es la más prudente e inteligente para acceder al mejor capital humano posible. Son las personas quienes consiguen el éxito en cualquier aventura o negocio, ellas definen la calidad en los productos o servicios y, por tanto, el interés de consumidores, clientes e inversores, y detrás de estas personas que integran el capital humano, se encuentran sus necesidades, ilusiones, esperanzas, temores, es decir, su propia filosofía.

La responsabilidad social corporativa es débil, apenas escucha la sabiduría de la filosofía. Se fundamenta básicamente en la perspectiva del principalismo y la deontología, en detrimento de la diversidad casuística caracterizada en la personalidad y las necesidades dinámicas e individuales del resto de agentes, como empleados, clientes, inversores, acreedores. Armand D’Angour (2022) nos evoca la batalla de Leucra, (371 a.C.) un acontecimiento único para comprender por qué la filosofía y la ética aportan un valor incomprendido e infravalorado en los negocios. Epaminondas, el comandante de los tebanos, representó la virtud ecléctica de Aristóteles, por su creatividad, inteligencia emocional, reflexión y la anticipación (D’Angour 2022). Su triunfo supone uno de los axiomas de disciplina, trabajo en equipo y compromiso más memorables en la antigüedad. Como el éxito se multiplica en un círculo virtuoso, debido a la audacia virtuosa de Epaminondas, los espartanos se vieron en desventaja al contemplar a su líder Cleómbotro malherido, quien en lugar de ordenar a los soldados abandonarle en su ocaso, les expuso a perecer juntos y perder la batalla. Cleómbotro, anteponiendo su propio interés al ajeno, incumplió el imperativo categórico kantiano, por el que el deber con los demás significa el éxito real, el único. Aquel episodio fue el inicio del declive en la reputación e influencia de Esparta, en la Hélade.

Trasladando las lecciones de aquella batalla a los negocios de la cuarta revolución industrial, la alternativa más inteligente para reclutar y educar capital humano es observar minuciosamente el análisis de Kholberg sobre el desarrollo moral, en concreto la fase post-convencional. Estos empleados piensan y actúan en sentido contrario a Cléombotro, y se simpatizarían con Epaminondas, para construir y gestionar una organización suficientemente atractiva, capaz de atraer más talento, diferenciarse de la competencia, y producir valor económico con menor riesgo. El éxito de cualquier tecnología desde la invención del fuego dependió y dependerá en exclusiva en su capacidad por contribuir a engrandecer el aspecto personal de la existencia humana, lejos del abuso de poder o privilegios injustos (Mitcham 1989). En la era de los datos y la información al instante será muy fácil para cliente y empleados calibrar la honestidad y compromiso social de los negocios.

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