Deusto Journal of Human Rights

Revista Deusto de Derechos Humanos

ISSN: 2530-4275 • ISSN-e: 2603-6002

DOI: https://doi.org/10.18543/djhr

No. 10/2022

DOI: https://doi.org/10.18543/djhr102022

Ortiz, Isabel; Sara Burke; Berrada Mohamed y Hernán Cortés Saenz. 2022. World Protests. A Study of Key Protest. Issues in the 21st Century. Cham: Palgrave Macmillan. 185 p.
Eyal, Nadav.
Revolt. 2021. The Worldwide Uprising Against Globalization. Londres: Picador. 515 p.

DOI: https://doi.org/10.18543/djhr.2614

Fecha de publicación en línea: diciembre de 2022

Copyright ©

¿Por qué ha crecido en el mundo la protesta social, especialmente a través de manifestaciones en las calles en los últimos 20 años? ¿Quiénes y porqué se manifiestan? World Protests presenta los resultados de un análisis sobre las protestas de diverso tipo y magnitud que ocurrieron entre 2013 y 2020. Un equipo de cuatro investigadores (uno de ellos autor de un artículo en este número) analizó informes y noticias en seis idiomas. El estudio procesó datos acerca de 2.809 protestas, que conformaron más de 900 movimientos en 101 países. Muchas de ellas se convirtieron en movimientos transnacionales. El estudio excluye protestas que derivaron en conflictos armados, como en el caso libio.

Los autores consideran que la causa de las protestas ha sido mayormente sobre cuestiones estructurales, en el sentido que se refieren a las consecuencias que han tenido las políticas neoliberales que han precarizado el trabajo, han reducido los servicios públicos, y generado mayor desigualdad. Quienes protestan sienten una gran frustración, critican a los gobiernos y el sistema democrático por no protegerlos en sus necesidades. Hay también protestas sobre temas específicos, desde acceso a servicios públicos como la educación o mejoras de las pensiones, hasta el reconocimiento y legalización de las identidades sexuales, al igual que las manifestaciones que los autores denominan «ómnibus» porque agrupan a sectores que pugnan por diferentes demandas.

En el informe se han clasificado las casi tres mil protestas analizadas en cuatro categorías principales según su frecuencia, de mayor a menor: (i) protestas relacionadas con la falta de representación política/sistemas políticos, centrados en la falta de democracia real, la corrupción y otras quejas; (ii) contra la injusticia económica y las reformas de austeridad; (iii) sobre los derechos civiles, desde los derechos indígenas/raciales hasta los derechos de las mujeres y libertades personales; y (iv) por la justicia global y un mejor sistema internacional para todos, en lugar de una minoría.

Esta categoría coincide con la del periodista Nadal Eyal quien, de una forma menos sistemática, pero basándose en reportajes y testimonios que recogió en diferentes partes del mundo, llega a similar conclusión: «la economía internacional, dice, está más basada en la desigualdad que en la igualdad». En Revolt. The Worldwide Uprising Against Globalization, expone, además, una importante paradoja: mientras que políticos, periodistas y académicos plantean que vivimos en una era de progreso globalizado, millones de personas, sin embargo, no lo perciben así, y la frustración les lleva a creer que todo era mejor en el pasado. Esta explicación tiene gran relevancia en el campo de los derechos. Los movimientos, políticos y partidos de ultraderecha combaten la agenda liberal que, de forma explícita o implícita, está construida sobre la base de derechos humanos y civiles que se desarrollan especialmente desde la creación de la ONU después de la Segunda Guerra Mundial.

La ultraderecha propone el regreso a pasados míticos en el mundo rural, a los papeles tradicionales entre hombres y mujeres, sin modelos diversos de familia y sexualidad, donde la relación con el medio ambiente es de uso sin restricciones, y la moralidad personal, familiar y grupal no necesita marcos normativos sobre derechos humanos. No resulta casual, en este sentido, que uno de los objetivos de los movimientos populistas de ultraderecha sea atacar los Objetivos de Desarrollo Sostenible-Agenda 2020 de la ONU.

Habitualmente se relaciona protesta social con personas jóvenes. Sin embargo, ante la pregunta «quién se manifiesta», el estudio dice que hay una creciente participación de la clase media. A la vez, en los últimos años es más frecuente ver gente mayor manifestándose. Por ejemplo, en España existe un movimiento crecientemente activo de jubilados organizados que exigen que aumenten sus pensiones. Durante el momento más álgido de las revueltas de Black Lives Matter en Estados Unidos se vio a la policía reprimiendo a un activista de la «tercera edad», y las revueltas en el Líbano contra la corrupción de sus élites es transgeneracional.

También es frecuente pensar que las clases medias apoyan a las élites porque son símbolos de estabilidad y progreso. Sin embargo, el informe arroja como resultado que «la solidaridad preexistente de las clases medias con las élites ha sido reemplazada en muchos países por la falta de confianza y conciencia de que el sistema económico no está produciendo resultados positivos para ellos».

Respecto de las organizaciones que se manifiestan, configuran un grupo muy variado: organizaciones no gubernamentales (ONG) u organizaciones de la sociedad civil, movimientos de bases, partidos/movimientos políticos, sindicatos de trabajadores, estudiantes/jóvenes, indígenas/grupos raciales, trabajadores no organizados, colectivos religiosos, grupos de mujeres/feministas, hackers, organizaciones patronales, y prisioneros. Como dato curioso a añadir, la guerra de Ucrania no ha generado protestas pacifistas en sentido estricto, pero en Alemania y varios países del Este europeo han aumentado entre septiembre y noviembre de 2022 las manifestaciones que se quejan del impacto del conflicto sobre las economías propias, y abogan contra las sanciones a Rusia y en favor de que se alcance un alto el fuego o un acuerdo de paz.

La protesta se ha vuelto, también, más creativa. World Protests identifica más de 250 formas diferentes de manifestarse, todas ellas no violentas. Por el otro lado, muchos gobiernos tienden a usar la represión, tanto los menos democráticos, de forma brutal, como los más democráticos, promoviendo leyes que restringen la protesta y den más atribuciones a la policía. Diferentes formas de represión han sido utilizadas en el 60% de los casos estudiados. Respecto del vandalismo y la violencia, se ha registrado en el 20% del total de las protestas.

Pero también se ha vuelto más variada: ya no se asocia solo con ideas de izquierdas o «progresistas». Por el contrario, la derecha y la ultraderecha en muchos países del mundo se ha lanzado a la calle para reivindicar su agenda contra las leyes que regulan el aborto, en apoyo de políticos como Donald Trump, en favor del Brexit en el Reino Unido y contra la Unión Europea, o defendiendo al expresidente Jair Bolsonaro en Brasil ante el supuesto fraude electoral en 2022, entre otras causas.

Los autores concluyen que es necesario escuchar los mensajes que provienen de los manifestantes. La mayoría de las demandas están en plena conformidad con los Derechos Humanos y los objetivos de desarrollo acordados por la ONU. «Los líderes y los formuladores de políticas solo invitan a más disturbios si no escuchan y no actúan sobre las principales demandas de manifestantes».

¿Tiene éxito la protesta social? Es difícil responder a esta pregunta de forma general. Según el estudio, los resultados, y especialmente si son exitosos, dependen de protestas repetidas a lo largo del tiempo. Algún tipo de éxito lo verifican en 42% de los casos. Estudios recientes (ver la Introducción a este monográfico) indican que en los últimos dos años la protesta social ha encontrado más obstáculos para alcanzar sus objetivos.

Nadav Eyal, por su parte, considera que, si las élites se alían, directa o indirectamente con fuerzas políticas conservadoras y ultranacionalistas, llevará a que se intensifique la protesta. Más aún si las tendencias tecnológicas continúan en la dirección de sustituir trabajo humano por inteligencia artificial y robotización. De hecho, este autor considera que la revuelta social, como denomina a la protesta, es un nuevo status quo.

Mariano Aguirre
Associate Fellow Chatham House

Copyright

Deusto Journal of Human Rights / Revista Deusto de Derechos Humanos is an Open Access journal; which means that it is free for full and immediate access, reading, search, download, distribution, and reuse in any medium only for non-commercial purposes and in accordance with any applicable copyright legislation, without prior permission from the copyright holder (University of Deusto) or the author; provided the original work and publication source are properly cited (Issue number, year, pages and DOI if applicable) and any changes to the original are clearly indicated. Any other use of its content in any medium or format, now known or developed in the future, requires prior written permission of the copyright holder.

Derechos de autoría

Deusto Journal of Human Rights / Revista Deusto de Derechos Humanos es una revista de Acceso Abierto; lo que significa que es de libre acceso en su integridad inmediatamente después de la publicación de cada número. Se permite su lectura, la búsqueda, descarga, distribución y reutilización en cualquier tipo de soporte sólo para fines no comerciales y según lo previsto por la ley; sin la previa autorización de la Editorial (Universidad de Deusto) o la persona autora, siempre que la obra original sea debidamente citada (número, año, páginas y DOI si procede) y cualquier cambio en el original esté claramente indicado. Cualquier otro uso de su contenido en cualquier medio o formato, ahora conocido o desarrollado en el futuro, requiere el permiso previo por escrito de la persona titular de los derechos de autoría.