Deusto Journal of Human Rights

Revista Deusto de Derechos Humanos

ISSN: 2530-4275 • ISSN-e: 2603-6002

DOI: https://doi.org/10.18543/djhr

No. 10/2022

DOI: https://doi.org/10.18543/djhr102022

Hinton, Elizabeth. 2021. America on Fire. Police Violence, Black Rebellion and the Fracturing of a Nation. Londres: William Collins Books. 396 p.

DOI: https://doi.org/10.18543/djhr.2612

Fecha de publicación en línea: diciembre de 2022

Copyright ©

La violencia que experimentó Estados Unidos entre 1964 y 1972 alcanzó una escala que no se había visto desde la guerra civil. En un país en pleno proceso de formalizar los derechos civiles para la población negra después de años de lucha no violenta, y ante la frustración por la ausencia de cambios reales en las condiciones de segregación racial, violencia y falta de oportunidades, miles de jóvenes protagonizaron disturbios en ciudades pequeñas, grandes y medianas del Este al Oeste del país en lo que Elizabeth Hinton denomina un proceso sostenido de rebelión.

Pese a las voces que reclamaron escuchar y dar respuesta a las demandas de igualdad efectiva, se escogió pasar de la llamada guerra contra la pobreza a la guerra contra el crimen (y más tarde, contra las drogas), lo que solidificó las diferencias raciales, intensificó la violencia y dio comienzo a la tendencia de encarcelación masiva entre la población negra.

Profesora Asociada de Historia y Estudios Afroamericanos en la Universidad de Yale, profesora de derecho en la misma Universidad, y miembro de la Sociedad Filosófica de EE. UU., Elizabeth Hinton ha dedicado su carrera investigadora a la persistencia de la pobreza y la desigualdad racial en los Estados Unidos del siglo XX. Hinton muestra un país profundamente fracturado –condición que pervive en la actualidad– y rastrea las raíces de esa fractura hasta los inicios del siglo XX, aunque la historia contada en este libro señala un punto de inflexión clave en la década de los sesenta. Mucha de la historia de este tiempo fue olvidada, pero ha marcado todo lo que vino después hasta la actualidad, cuando el movimiento Black Lives Matter es la última encarnación de un movimiento reivindicativo que no ha cesado en décadas.

Es en los años sesenta cuando se produce y consolida la imagen de los disturbios como un problema fundamentalmente negro. Más allá del período analizado a fondo en este libro, la autora traza una larga línea histórica que clarifica la continuidad de un fenómeno que ha marcado la historia del país. The Jim Crow era was defined by riots (p. 5). Desde inicios del siglo XX hasta la II Guerra Mundial, proliferaron los incidentes perpetrados por grupos de «vigilantes» blancos que se resistían a la integración aterrorizando a las comunidades negras y mediante linchamientos, llevando incluso a desplegar tropas federales para contener la violencia en las calles en Chicago, en 1943.

Convertir el fenómeno en un problema asociado a las comunidades negras significó despojarlo de significación política y volverlo «criminal» y sin sentido, sujeto por tanto a una respuesta de restablecimiento de la ley y el orden. En esa respuesta, la autora denuncia que, en muchos casos, la policía asumió las tareas que antes llevaban a cabo los vigilantes.

La respuesta, formulada por el presidente Lyndon B. Johnson y otros después, fue una guerra contra el crimen que criminalizó aún más a esas comunidades mientras otras respuestas fueron puestas en segundo lugar o relegadas completamente. En su discurso de 1967 sobre la violencia en Detroit, Johnson reconoció que la única solución de largo plazo sería atacar las condiciones que alimentan la desesperación y la violencia. Sin embargo, la respuesta elegida fue la represión de corto plazo, algo en lo que coincidían los conservadores, parte de los liberales, y algunos segmentos muy visibles de las comunidades negras.

La «guerra contra el crimen» de 1965, y la Ley de Calles Seguras de 1968, significaron una transferencia de fondos sin precedentes a los cuerpos policiales locales, incluyendo armas, tecnologías y equipamientos del ejército que luchaba en Vietnam y que fueron usados para controlar y sofocar las rebeliones negras. Esto incluye vehículos blindados, helicópteros, armas militares, gas lacrimógeno y entrenamiento en control de disturbios, entre otros. Esta escalada creó verdaderos arsenales con los que se patrulló y controló a «residentes en barrios segregados y de bajos ingresos de ciudades grandes como Nueva York, de medio tamaño como Fénix, y pequeñas como Waterloo, en Iowa» (p. 11).

En este punto, cabe añadir que la tendencia a militarizar la seguridad pública en partes del país se intensificó con la declaración por el presidente Nixon de la «guerra contra las drogas» en 1971. Ésta tuvo una vertiente interna, y otra externa al criminalizar a los países productores, especialmente en América Latina. El problema de las drogas en EE. UU. se ha abordado tendiendo a dejar de lado su responsabilidad como primer país consumidor del mundo, asociando las drogas a minorías «problemáticas», y adoptando respuestas punitivas con los consumidores y pequeños traficantes y con los países de producción.

La primera parte del libro (compuesta por 7 capítulos) analiza el periodo entre 1968 y 1972, un periodo casi olvidado donde se ejerció una fuerte resistencia a la escalada del poder policial. Se trata de la evolución de la protesta negra en el periodo inmediatamente posterior a la lucha por los derechos civiles, en muchos casos en ciudades secundarias que no captaban la atención a nivel nacional y que han sido olvidadas en la historia de la lucha por la justicia racial en EE.UU. En él se documentan de forma profunda las pautas de resistencia y de represión.

Esta secuencia temporal entre la consecución de derechos civiles y la persistencia de estructuras de segregación conecta con la obra de Angela Davis (2022), titulada Freedom is a Constant Struggle, cuando esta señala que el «movimiento por los derechos civiles» era, para sus participantes, un «movimiento por la libertad», y denuncia que la retórica de los derechos civiles se convirtió en un límite al identificarlos como la única forma de ser libre.

La parte II (con 3 capítulos) parte de algunos de los momentos más conocidos en esta historia como Miami (1980), Los Angeles (1992) y Cincinnati (2001). Todos esos episodios involucraron a una policía militarizada contra residentes luchando contra un sistema de opresión que, pese al paso de los años, había sobrevivido.

Gran parte del volumen, y especialmente la extensa y detallada primera parte, se basa en una investigación de los archivos del Lemberg Center for the Study of Violence, creado inmediatamente después del asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy, cuyos registros han permanecido cerrados al público durante décadas, y solo ahora son accesibles para un número limitado de investigadores. El centro documentó las noticias en prensa local, entrevistó a los residentes de las zonas afectadas y creó y analizó múltiples bases de datos entre 1967 y 1973.

El uso de la violencia y la amenaza de ella para preservar la jerarquía racial –entre otras– es una constante que no ha terminado. En el verano de 2020, millones de personas en EE. UU. participaron en marchas por todo el país para reclamar justicia racial, el mayor movimiento reivindicativo de su historia. Una vez más, fue una respuesta a la violencia, en este caso la muerte por ahogamiento de George Floyd a manos de un grupo de policías en Minneapolis.

El movimiento actual por la justicia racial se construye sobre una larga tradición y sus prácticas de protesta militante y no violenta incorporan elementos de la acción directa usada por el movimiento por los derechos civiles y de las críticas al racismo sistémico que se asocian a los movimientos del Poder Negro. Al frente de esta nueva generación está Black Lives Matter, creado en 2013 y que denuncia las guerras contra el crimen y contra las drogas en comunidades de color de bajos ingresos, en lugar de promover escuelas, vivienda y trabajo para la población más pobre. Su grito por la libertad muestra que la práctica policial y de encarcelación masiva son el ancla de sistemas de opresión política y económica. Varias generaciones después, este movimiento vuelve a reclamar libertad frente a esas estructuras de dominación.

En el contexto de la presidencia de Donald Trump, a las manifestaciones masivas se unieron activistas medioambientales, LGTBI, y sindicatos. Trump y su Administración no solo desmantelaron años de avances en regulaciones medioambientales y unos servicios públicos ya deteriorados, sino que él mismo mostró durante todo su mandato una retórica hostil y favorable al supremacismo blanco –incluso violento–. A su juicio las protestas fueron antiamericanas, criminales y violentas. Lo único que mostró es que las fuerzas progresistas y contra la injusticia racial necesitaban ampliar sus coaliciones.

La polarización social extrema que recorre EE. UU. fue la ola que hizo presidente a Trump y que podría hacerlo con otro candidato similar en 2024. Las contradicciones y enfrentamientos que atraviesan esta sociedad podrían en ese caso profundizarse fatalmente. La autora concluye el libro con una frase reveladora: «America will continue to see the fires of rebellion –perhaps by a new, more diverse generation of protesters– until the forces of inequality are finally abolished and the nation no longer empowers police officers to manage the material consequences of conditions that are beyond their control» (p. 208).

Este volumen ofrece una valiosa visión de la lucha por los derechos y la justicia como una constante histórica estadounidense, a la que a menudo se ha respondido con un fortalecimiento de las estructuras de dominación. El valor del libro se completa con una cronología exhaustiva de los lugares y momentos de las protestas entre 1964 y 2001; una amplia e inédita documentación y un índice analítico que facilita la lectura.

Mabel González Bustelo
Consultora internacional sobre mediación y procesos de paz
Fellow del Centre for the Comparative Study of Civil War

Copyright

Deusto Journal of Human Rights / Revista Deusto de Derechos Humanos is an Open Access journal; which means that it is free for full and immediate access, reading, search, download, distribution, and reuse in any medium only for non-commercial purposes and in accordance with any applicable copyright legislation, without prior permission from the copyright holder (University of Deusto) or the author; provided the original work and publication source are properly cited (Issue number, year, pages and DOI if applicable) and any changes to the original are clearly indicated. Any other use of its content in any medium or format, now known or developed in the future, requires prior written permission of the copyright holder.

Derechos de autoría

Deusto Journal of Human Rights / Revista Deusto de Derechos Humanos es una revista de Acceso Abierto; lo que significa que es de libre acceso en su integridad inmediatamente después de la publicación de cada número. Se permite su lectura, la búsqueda, descarga, distribución y reutilización en cualquier tipo de soporte sólo para fines no comerciales y según lo previsto por la ley; sin la previa autorización de la Editorial (Universidad de Deusto) o la persona autora, siempre que la obra original sea debidamente citada (número, año, páginas y DOI si procede) y cualquier cambio en el original esté claramente indicado. Cualquier otro uso de su contenido en cualquier medio o formato, ahora conocido o desarrollado en el futuro, requiere el permiso previo por escrito de la persona titular de los derechos de autoría.